"Tras el largo rodeo Blasi había alcanzado su objetivo. Bebió un largo trago de whisky, esperando las respuestas. Víctor se mantuvo en silencio mientras el senador y el sociólogo se disputaban el uso de la palabra recurriendo a sus autoridades respectivas. Se impuso Penalba:
—No seas exagerado. Ya sabes que te respeto a ti y a tu periódico. Pero el tratamiento que habéis dado a la cuestión de los exánimes ha sido desde el principio exagerado. Y debo decirte que en esto la sociedad es más prudente que vosotros. No ha magnificado el problema.
—Porque desconoce lo magnífico que es el problema —le interrumpió Blasi con mordacidad.
—No es eso, no es eso —se defendió el senador—. Todos somos responsables de haber llevado mal este asunto. No estábamos preparados para algo así. Pero se están encontrando soluciones. Según mis noticias el número de afectados está remitiendo.
—Creo que estás mal informado, senador —le dijo Blasi.
Penalba le sonrió, dándole unas palmadas amistosas en el hombro:
—No olvides que hay secretos incluso para los directores de periódicos mejor informados.
Ramón Mora, que había estado ansioso por hacerse oír, aprovechó para vengarse del senador:
—Pues no debería de haberlos. Si los políticos ocultáis los datos esto será pronto una dictadura.
Penalba no parecía dispuesto a perder el buen humor y contraatacó:
—Los sociólogos tenéis demasiados datos y con ellos hacéis demasiadas teorías.
Blasi se sumó al ataque:
—Por cierto, ¿cuál es la tuya? —dijo, interpelando a Mora.
Éste carraspeó, tratando de ganar unos segundos. Luego afirmó no tener todavía ninguna teoría firme, aunque, con algunos colegas, había empezado a estudiar las posibles raíces de lo que ocurría. Pensaban que era un tema delicado porque no podían trazarse fronteras rígidas entre la sociología y la psicología. Habló de circunstancias especiales en las que una comunidad inopinadamente queda sometida a traumas colectivos. Había sucedido en todas las épocas, muchas veces con causas difusas. Aludió a estadísticas recientes en las que los niveles de bienestar eran muy altos. Quizá todo era la consecuencia del miedo a perder tal bienestar. En cualquier caso era pronto para establecer juicios definitivos. Concluyó disculpándose al asegurar que, según sus informaciones, tampoco la comisión de expertos las tenía.
—Porque son unos asnos —añadió una voz."
La razón del mal (Rafael Argullol, 1993)
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