miércoles, 22 de junio de 2011

La raíz rota, de Arturo Barea

La raíz rota.
Arturo Barea.
Diario Público.
393 pp.
1951

La raíz rota es una metáfora de un país, España, representado en una familia. El personaje principal regresa a España tras unos años de exilio y lo que ve en su familia es como una segunda derrota, la derrota moral. Barea nos muestra un panorama cultural y moral desolador en una España que le da la espalda, que ya no reconoce ni en su propia familia. Me ha gustado la forma que Barea perfila los personajes a através de los diálogos y la acción y no de la descripción. 

sábado, 18 de junio de 2011

Isabel, de André Gide.

Isabel.
André Gide.


1921. Alianza Editorial.
164 páginas. Traducción de Carmen Castro.

Este libro también lo compre en una feria de libro antiguo, es una edición de 1974, aunque tiene una firma de su primer dueño, un tal Ramón Echevarría, fechada en febrero del 76. La portada me encanta, no se hasta cuando se vino reeditando la obra, o si está ahora mismo en catálogo, pero aquella portada es una maravilla a la par que muy enigmática. Ahora, treinta y cinco años más tarde, y por 3 €, he podido leer esta extraordinaria novela corta del gran André Gide. Cuando leí a Vila-Matas hablar de Gide intuí un autor correcto cuyos diarios superaban en calidad con mucho a su restante obra. Poco después leí con enorme placer Los monederos falsos, lo que sirvió para darme cuenta de que aprecio mucho más los juicios entusiastas de VM que sus críticas negativas. Se me ocurre pensar que para ésto último hace algunos años seguía a Umbral, pero ahora mismo ya no sigo a nadie. En eso he ido mejorado.

Esta novela corta, magníficamente traducida por Carmen Castro, me ha parecido extraordinaria en todos los sentidos. Estructura, estilo, tempo, misterio (no se sabe quién es Isabel casi hasta la mitad del relato), final buenísimo, donde se desmorona en un solo gesto, en una sola escena, toda una pasión, y con ello, todo el fundamento argumental de la obra, sin que por ello se resienta la propia obra ni en lo más mínimo.

Solo por la capacidad de Gide de crear el ambiente en el que se desarrolla la acción, merece la pena su lectura, muy gratificante en lo que a mí respecta, incluso ese final seco, que contrasta con el ambiente alucinante de las páginas que lo preceden, como si de una bofetada de realismo se tratara, es un contrapunto interesante, e incluso demuestra la valentía narrativa de su autor. La verdad es que me ha gustado tanto o más que Los monederos falsos.

jueves, 9 de junio de 2011

Peter Camenzind, de Hermann Hesse.

Peter Camenzind.
Hermann Hesse.


1904. Ed. Orbis.
187 pp. Traducción de Jesús Ruiz.

Peter Camenzind es la primera novela de Hesse. Se la compré a un librero de viejo en Oviedo por 1 euro. Nuevecito.

Se trata de una historia muy anodina y lineal, sobre un personaje demasiado estereotipado, una novela que narra toda su vida, la vida de un pueblerino que es feliz en el campo, tiene inquietudes, se enamora, tiene vena poética, va a la ciudad, añora el campo, tiene amigos, se hace un borracho, conoce más gente, ayuda a un minusválido, tiene roces con su padre, y finalmente regresa al hogar que le vio nacer. Parecen muchas cosas pero son pocas cosas. Son pocas cosas contadas en un libro. Un libro que cuenta toda una vida, aunque tenga todas esas cosas, no son nada, todo eso se puede resumir, como de hecho acabo de hacer. Solo que yo lo he resumido en un párrafo y Hesse lo resume en 180 páginas. Pero lo cierto es que para hacer una novela así se necesitan llenar más de quinientas, porque lo que vale es todo lo demás y no el resumen, es decir: la anécdota, las ideas, las imágenes, la ética, la ideología, el humor, la sorpresa, la provocación. Además, para meter todo eso hay que tener en cuenta la estructura y el tiempo. Añádase a todo esto el hecho de que en este "menosprecio de corte y alabanza de aldea" el protagonista es un santurrón católico prendado de la imagen de Francisco de Asís. Y aquí también pienso algo parecido a lo que dije antes respecto de argumento y número de páginas, también creo que para retratar a un hombre bueno y resultar literariamente interesante hay que llenar mil y pico páginas, como Hugo en Los miserables. Quizá por ello Hesse introduzca el mencionado alcoholismo del personaje, con un resultado quizá inesperado: el alcoholismo llega a ser lo único interesante del personaje, al que uno se imagina andando por senderos y montes helados, bebiendo en tabernas pero jamás, y eso es un lastre, leyendo un ensayo o escribiendo un poema.

En definitiva, una novela de aprendizaje, sin duda alguna, muy fácil de olvidar y que solo presagia un poco la soltura de la prosa de su autor.

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