sábado, 17 de mayo de 2008

Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas

Suicidios ejemplares.
Enrique Vila-Matas.
Ed. Anagrama. 1991. 173 págs.

Este libro de cuentos tiene un nexo común, como muchos otros libros de cuentos, casi todos los autores de libros de cuentos dicen aquello de que todos sus cuentos tienen un nexo, que dejaron algunos fuera del libro porque no tenían cabida ni continuidad con el resto, y que, incluso, hasta el orden de los mismos nunca es arbitrario, lo que es cierto, probablemente la mayoría de las veces al menos, si bien no todas.

En el caso de este volumen de Vila-Matas la cohesión es más que clara, pero el hecho es más importante que en otros caso porque determina de hecho el final de cada uno de los cuentos. Desde el principio sabemos que el suicidio marcará el final del personaje y, con éste, del cuento. Y lo que para una novela no supone problema alguno, en el caso del cuento, desvelar de antemano cual será el final puede ser un hándicap. O al menos un reto. Vuelvo a citar lo que dijo Quim Monzó, de que la diferencia entre cuento y novela es que la novela tiene un objetivo y un final hacia el que va uno dirigiendo la acción, mientras que el cuento permite mayor grado de libertad y de improvisación durante su creación, para hacer notar como, en el caso de Suicidios ejemplares el planteamiento es otro. Al menos es otro a priori.

Al margen de este hecho, y de esta reflexión, yendo al texto, el primero de los cuentos (tras la introducción), Muerte por saudade, un narrador (¿infidente?) comienza por decir que es pintor y después nos revela que nunca pintó un cuadro y tiene una tintorería.

"Hago mal en engañarme a mí mismo. En realidad, yo no pinto nada. No pinto nada en la vida, pero es que, además, no pinto. Jamás pinté un cuadro. Cierto es que aún soy joven, que tengo una esposa guapa e inteligente, puedo viajar a donde me plazca, quiero mucho a mis dos hijas, pero todo eso es tan cierto como que nunca he pintado nada, ni un solo cuadro"

El protagonista asume la historia familiar de otro personaje, su compañero de clase Horacio, de familia suicida.

"Con la historia de esa familia de suicidas no podría redactarse nunca un cuento convincente, pues hay demasiados disparos y demasiados saltos al vacío, demasiado veneno, demasiada muerte por mano propia"

El siguiente, En busca de la pareja eléctrica, es el cuento sobre un tipo que compra la mansión que conoce deshabitada, la convierte en palacio y finalmente termina otra vez en esa casa esta vez como okupa. La mansión, tomada como personaje, sufre un suerte de eterno retorno, de ciclo, es la historia paralela a la del personaje principal, también paralela a la del otro personaje con quien se reúne al final. Interesa observar como están ligadas las vidas de los personajes y de sus destinos.

En Rosa Schwarzer vuelve a la vida, Vila-Matas sorprende, por lo que dije al principio, con un final en el que se podría decir que Rosa se "suicida" de la muerte y regresa a la gris vida. A partir de ahí podemos hacer una interpretación de la Muerte.

En El arte de desaparecer, Vila-Matas, nos introduce en uno de sus temas preferidos, que ya culminará con Historia abreviada de la literatura portátil, Bertleby y compañía o El mal de Montano, con los shandys, los bertlebys o los montanos, en esta ocasión con la figura de un escritor que escribe de manera prolífica pero no publica y que cuya publicación conlleva la muerte. Se reflexiona sobre el arte en general,

Es triste (dijo Anatol desviándose de la cuestión), pero cada vez se glorifica menos al arte y más al artista creador, cada vez se prefiere más al artista que a la obra. Es triste, créeme.

lo que daría para un debate largo, sobre todo teniendo en cuenta que es quizá el arte más bajo y menos interesante aquel que sí se olvida completamente del autor y ensalza la obra, incluso con un aparato de marketing gigante que no tiene el artista elevado, al menos en cine y literatura...

Las noches del iris negro
: una sociedad secreta de suicidas y la atracción hacia el suicidio de un pueblo. El suicidio colectivo. El estar vivo como traición. Un narrador ex futbolista. También una reflexión sobre la libertad de morir:

Lo que hace soportable la vida es la idea de que podemos elegir cuándo escapar.

La hora de los cansados parece un corto nouvelle vague, la narración sigue a un hombre que decide seguir a otro, con un final sorprendente, donde el suicidio es contemplado desde la distancia. El título hace una doble alusión, al cansancio por spleen y al cansancio por hartazgo, por ese doble significado que pude tener la palabra en castellano.

Un invento muy práctico, quizá es un título que alude a la creación, a la ficción, al hecho de inventar una realidad o parte de ella, y en este caso se trata de la evocación de un pasado dudoso mediante una carta, llena de amargura y de humor, uno de los cuentos que más me gustaron del volumen.

En Me dicen que diga quien soy, Vila-Matas enlaza con el anterior y nos muestra un narrador poco identificable con el autor, más identificable -y digo identificable y no identificado, quede claro- con el personaje a quien se dirige, y que enlaza, digo, porque se muestra más cruel y más cabrón, y quizá por ello la sucesión no sea antojadiza. Todo esto hasta la sorpresa de saber que es el propio Vila-Matas el narrador, solo que quizá transformado en su álter ego reverso, el Satam Alive (sataM-aliV .E). ¿El tema podría ser el suicidio inducido? ¿Inducido por el Mal?

Los amores que duran toda una vida, la muerte de Fernando, según se nos dice al final por terminar de una vez con la vergüenza de ser español, lo que le estaba matando, planea durante toda la narración en la que la narradora conversa con su abuela.

El coleccionista de tempestades me recordó a Perec, en la minuciosidad de describirnos un invento por parte de un genio loco, un invento que le permitiera suicidarse... y que por culpa del destino en personaje en cuestión fallece cuando se disponía a suicidarse, como publican los periódicos.

El volumen termina con una cita de la carta de despedida de Mario de Sá-Carneiro a Pessoa anunciando su suicidio, y que comienza con la frase que da título al cuento: Pero no hagamos ya más literatura.

3 comentarios:

Tomás Rodríguez dijo...

Vila-Matas es uno de los mejores, pero no por este libro.
Saludos.http://tropicodelamancha.blogspot.com

Suetonio dijo...

Por supuesto, pero es éste el que acabo de leer y no otro

Anónimo dijo...

Este libro me ha servido para quitarme de encima el excesivo respeto por el autor, Aunque me queda la idea de que no representa todo el talento del autor. de cualquier manera, recomendable.

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