jueves, 8 de mayo de 2008

Afterpop, de Eloy Fernández Porta (II)

Cuando voy a una librería con alguna idea en mente de qué libros deseo comprar, con la idea también de que, de hacerlo saldré muy contento de la tienda, suelo ir directamente a buscarlos en la estantería, y por una extraña razón que se me escapa, suelo coger el libro y una vez veo el precio me entran las dudas y, antes de volverlo a colocar o de llevármelo, lo abro y veo el tipo de letra, la calidad del papel, miro la portada y la contraportada y finalmente, paso la vista por algunas páginas. He notado como algo curioso que el hecho de ver letra en cursiva de títulos de obras, de películas o de canciones, o ver algunos nombres propios entre las líneas me gusta, me hace sentir algo que no se describir (por eso mismo me gustó tanto El último lector, de Piglia, que trata de lo que leen algunos protagonistas de algunos libros, como algunos libros de Vila-Matas lo hacen de lo que escriben, precisamente). También me gusta ver que tiene notas al pie de página o que se insertan canciones o poemas o, a la manera de Sebald o Marías, fotografías. Quizá eso revele cierto aprecio por la referencialidad. No lo sé. Lo que sí se es que no hago ninguna distinción jerárquica entre ellas, entre las cosas que veo, que me dan lo mismo como son catalogadas por viejos o jóvenes profesores universitarios, críticos de suplementos culturales o enteradillos de la blogosfera. Me da igual o siento lo mismo al encontrar una copla de Miguel de Molina que una canción de Dylan, una referencia a Godard o a Valerio Lazarov, a Agamenón o a su porquero. Quizá por eso mismo disfruté en su día tanto de Manuel Puig. También hicieron esto hace treinta y tantos años Umbral, Vázquez Montalbán o Terenci Moix, si ir más lejos.

Creo que esta temprana y natural asimilación por mi parte de lo que EFP calificaría de alta o baja cultura pop y que a mi me suena a chino, es lo que hizo que me gustara menos el ensayo, que me pareciera estarme contando desde una visión un tanto pretenciosa algo que yo ya tenía asumido y que, por ello, no le otorgo ninguna originalidad. Es más, teorizar sobre ello lo hace, sin duda, adolecer de la frescura que se le presupone a cualquier nuevo movimiento.

No hay comentarios:

Top 15 lecturas 2022

  1. Una vida absolutamente maravillosa, de  Enrique Vila-Matas  (2011) 2. Esch o la anarquía, de  Hermann Broch  (1931) 3. Si te dicen que ...