jueves, 17 de abril de 2008

Herzog, de Saul Bellow

Herzog
Saul Bellow
1964. 397 págs.
Ed. Destino.
Traducción de Rafael Vázquez Zamora


Bellow, quien podría encuadrarse dentro de la gran escuela de novela realista judía americana, construye en Herzog una obra maestra que va más allá de los paradigmas de dicha escuela. Plantea una narración en torno a un personaje principal, cuyo nombre acertadamente da título a la obra, y en torno al cual gira toda la narración. Dicho personaje, probable alter ego del autor, construye una narración a base de deconstruir su vida, analizar los principales elementos de la que constan por separado para juzgarlos, o dejar que el lector juzgue si quiere una vez puestos en el tapete. Alvy Singer, en su blog, atinó al establecer un paralelismo con la obra posterior de Woody Allen Deconstructing Harry, obra que a su vez tiene como claras referencias 8 ½ y sobre todo Fresas salvajes. Lo curioso a mi entender es que la novela de Bellow, que sin duda no se inspira en ningún modelo cinematográfico, tiene más en común, si hablamos de temática, con la obra del neoyorquino que con las del italiano o el sueco, en las que Allen se inspira claramente, de hecho tan claramente que si no llega a ser porque es tan genial serían un burdo plagio. Creo que lo que les une es el sexo y el humor, seguramente tamizado por el judaísmo al que hice referencia antes.

Bellow plantea una estructura interesantísima a partir de un hecho singular: el personaje se dedica a escribir cartas a todo el mundo, a personas influyentes en su vida privada y en su vida publica, a personas que influyeron en el devenir de sus fracasos y sus éxitos. El autor nos explicita el contenido de las cartas que redacta Herzog, bien por escrito, bien mentalmente, mediante la escritura en cursiva, siendo esta interrumpida por la voz narrativa, que va cambiando, según el caso, de la primera a la tercera persona. Las cartas se van mezclando en la cabeza y en los papeles de Herzog con aparente caos, reuniendo así el lector las piezas necesarias para la construcción del personaje, al que conoceremos más cuanto más despiezado le veamos, y que cuanto más conozcamos, más empatía nos provocará, por aquello que decía Jean Renoir de que todo el mundo tiene sus razones. Si consideramos la narración dividida en tres partes, podríamos ver una parte central que supondría un respiro en cuanto que se manifiesta como la parte precisamente más lineal y realista, más aferrada al presente y donde las cartas, y con éstas las reflexiones sobre el mundo por parte de Herzog, dejan paso a la pura narración de los acontecimientos, para más tarde en una parte final narrada con asombrosa maestría, regresar a esas cartas, esta vez más mentales que escritas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...
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Tomás Rodríguez dijo...

Lo anoto, Lázaro, ya sabes que siempre que entro en tu bitácora llevo el moleskine encima, para anotar títulos y obras. Saludos.
http://tropicodelamancha.blogspot.com

Franz Biberkopf dijo...

Me ocurre igual que a Tomás: me ha gustado mucho la reseña, está muy bien escrita y me ha servido para anotar un nuevo título en mi modesto cuaderno de cosas pendientes (el moleskine es demasiado caro). Lo único que lamento es no poder aportar ningún juicio sobre Bellow.

Por cierto, estoy totalmente de acuerdo con tu comentario sobre Woody Allen: si no fuera por ese punto de genialidad y sentido del humor no pasaría de ser un plagiador de segundo nivel.

Suetonio dijo...

Gracias por los comentarios, en realidad la que está bien escrita es la novela, la reseña no tanto, tampoco lo pretende porque a tanto no llego, pero se agradece que alguien pueda con unas breves frases llevarme a pensar que sirve de algo mi blog.

El Miope Muñoz dijo...

Anda, gracias por la cita!

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