Andrés Barba; Javier Montes
Año 2007
ISBN 978-84-339-6259-1
208 p.
Argumentos Anagrama
Ensayo sobre el porno, que en ocasiones a mi juicio confunden los autores con el erotismo, no en lo que es en sí, sino en el tratamiento que se le da para separarlo (delimitarlo) y/o entroncarlo con el arte. La cuestión de que determinada manifestación artística se convierte en pornográfica en virtud del contexto (geográfico, cultural, social, temporal...) es de sobras conocido y evidente, si bien no está de más recordarlo, aunque los autores se extienden en demasía y de manera algo reiterativa sobre el tema. La pornografía no es arte, y si es arte o llega a serlo (no a priori, sino a posteriori e independientemente de su finalidad) dejará de ser pornografía (precisamente porque se alcanza un objetivo distinto, aunque sea diferente del pretendido).
Observo que sus referentes pornográficos son algo viejos: el porno de los setenta y ochenta y algo de los noventa, quedando únicamente como referentes actuales la presencia de Internet y el porno amateur y poco de cine porno, cuando es precisamente en el cine más reciente cuando se ha experimentado más y cuando más se han puesto en cuestión los tópicos de dicho cine en su versión norteamericana. Alguna referencia a ese cine de cámara en mano e imagen más movida proliferante a partir del vídeo digital que el autor entronca, quizá con un excesivo optimismo, con el cinéma verité.
El resto del libro se limita a dar información y describir hechos con poca controversia, fáciles de asumir posiblemente por no tener demasiada importancia, o exceder en mucho la que los autores dan de quienes disfrutan del porno.
Hay anécdotas curiosas, que quizá sea con lo que nos quedamos después de leer el libro.
Una de ellas es el uso de Internet por parte de los habitantes de países de mayoría musulmana en busca de pornografía o/y sexo, cuestión ésta que los autores nos demuestran mediante los resultados de Google Trends, herramienta que sirve para saber qué países son aquellos en donde más se busca una determinada palabra, véase sex, cocks, ass o tits. Lo cierto es que la eficacia o veracidad de los refultados de esta herramienta son algo sospechosas. Es posible que los más interesados en sex sean los paquistaníes, egipcios, indios y turcos, pero que en los últimos cuatro años haya sido Elda, un pueblo alicantino de poco más de cincuenta mil habitantes quien más veces haya buscado la palabra "follar" en todo el mundo, me parece raro (quizá se trate de un pueblo hacia donde se redireccionen cientos de miles de búsquedas de conexiones hispanas, dato que desconozco y por tanto dejo en el aire mi duda...).
A mi juicio, y para finalizar, se trata de un estudio interesante a veces, aburrido otras y algo extenso, lo cual dice poco habida cuenta de que tiene 200 páginas. Un resumen que hubiera condensado a la mitad todo su contenido, lastre quizá debido a la coautoría, hubiera dado un mejor resultado. No es un libro que hable de pornografía o de cine porno: no salen ni Tera Patrick, ni Rocco Siffredi, ni Andrew Blake. Es un libro que decepcionará también a quienes busquen en él algo así como la evolución del porno y de la percepción de éste por el hombre a través del tiempo. Tampoco es un tratado moral sobre la cuestión. Es un poco de todo y nada en concreto.
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