sábado, 26 de enero de 2008

Guy Debord. El planeta enfermo. ( I ). La decadencia y caída de la economía espectacular-mercantil.

Guy Debord. El planeta enfermo.
Trad. Luis Andrés Bredlow.
Anagrama, 2006. Textos de 1966, 1967 y 1971. 89 págs.


En los últimos tiempos, la colección Argumentos de Anagrama ha publicado textos relevantes de hace ya algún tiempo, y cuya vigencia se ha venido actualizando por los acontecimientos de los últimos años. Así, al igual que los textos incluidos en el libro de Chomsky El gobierno del futuro nos hablaban de la guerra del Vietnam y del agotamiento del sistema Capitalista y su posible alternativa, y podíamos establecer una analogía con la situación presente, con la guerra en Irak y el agotamiento de un Imperio y de un sistema que no ofrece ninguna salida ni alternativas a ningún conflicto, así mismo, este texto de Debord nos sitúa a finales de la década de los sesenta y principios de la siguiente frente a problemas que sorprenden por sus analogías con el presente. Quizá ahora precisen aquellos conflictos (y éstos aún más) de otro tipo de análisis, o quizá sirva parte del análisis debordiano.

El primer texto, titulado La decadencia y caída de la economía espectacular-mercantil (título que 40 años más tarde parece excesivamente ingenuo, más que nada por aquello de la "caída"), hace referencia a los conflictos raciales de 1965 en el barrio negro de Watts en L.A. En este caso la analogía necesaria sería con los acontecimientos del París periférico de hace un par de años.
Incide Debord en un aspecto que considera importante, y que también en los conflictos de París algunos analistas interpretaron en parecido sentido. Cito:

El propio Luther King tuvo que admitir que se habían rebasado los límites de su especialidad, al declarar en octubre en París que "éstas no eran revueltas raciales, sino de clase".

Ahora cito a Jorge Verstrynge, que en su blog hace una semana advertía que:

Hoy, resulta que el informe policial sobre los incidentes en los suburbios franceses informe que ha requerido meses y meses de investigaciones), arroja algo que era vidente, para muchos, desde el principio: la esaparición del entramado celular, de la ed partidista y asistencial organizada por el PCF, es la causa principal de los desórdenes (...)


Habría que saber qué dice exactamente ese informe, y si es verdad aquello que el propio Verstrynge dijo en otra ocasión de que la racaille, que diría Sarkozy, era en su mayor parte de origen subsahariano y en muy excasas ocasiones de origen árabe o magrebí. Porque eso, unido a que ambos sectores de inmigrantes de segunda y tercera generación tienen el mismo nivel de pobreza e incluso en muchos casos practican la misma religión, nos podría llevar a pensar que es un conflicto racial y de clase, justamente como en Watts, sólo que en este caso quizá haya que interpretar que el ciudadano francés de origen magrebí tiene menos conciencia de clase, e incluso de raza, y se haya concentrado más en su conciencia religiosa.

Así, nos encontramos un análisis que serviría para unificar no solo ambas posturas sino ambos conflictos en una misma causa:

Los negros de Los Ángeles -igual que las bandas de jóvenes delincuentes de todos los países avanzados, pero de modo más radical, por estar a la altura de una clase que carece globalmente de porvenir, de una parte del proletariado que no puede creer en ninguna oportunidad notable de promoción o de integración- toman al pie de la letra la propaganda del capitalismo moderno y su publicidad de la abundancia.

¿Cabe una interpretación más certera posible? Incluso se podría aplicar a toda la inmigración subsahariana que viene a España y que, no sería de extrañar, algún día podría explotar.
Y es que los negros, las clases desfavorecidas, los inmigrantes, quieren pertenecer al sistema precisamente porque creen en el, y por eso mismo la frustracción de verse excluidos es aún mayor.
De éste análisis Debord obtiene la justificación necesaria del robo y el saqueo. Siguiendo la analogía, ayer el robo y el saqueo, hoy la quema de vehículos, en un viraje que por su cariz nihilista debería asustar más a quien corresponda. Al fin y al cabo entre robar un vehículo y quemarlo hay una diferencia cualitativa evidente.


Mediante el robo y el regalo encuentran un uso que desmiente enseguida la racionalidad opresora de la mercancía, sacando a la luz lo arbitrario e innecesario de sus relaciones y de su misma fabricación. El saqueo del barrio de Watts mostró la realización más sumaria del principio bastardo "a cada uno según sus falsas necesidades", las necesidades determinadas y producidas por el sistema económico que el saqueo precisamente rechaza.


La analogía con el presente no solo se muestra en cuanto al conflicto sino en cuanto al contexto. Veamos la descripción que hace Michel Tatu, en un texto incluido al margen, de la América de hace 40 años, publicado en Le Monde en 1965:

Esto no es propiamente un barrio, sino una llanura ancha y monótona hasta la desesperación (...), la "América de un solo piso", toda anchura; lo que de más desolado puede haber en un paisaje americano: las casas de techo plano, las tiendas que venden todas lo mismo, los vendedores de hamburguesas, las gasolineras, todo deteriorado por la pobreza y la mugre (...). La circulación de automóviles es menos densa que en otras partes, pero la de peatones tampoco lo es mucho más, dado lo disperso de las casas y las distancias desalentadoras.

Quien conozca un poco América, y no sólo las grandes urbes, sabrá de que habla este texto.
Debord incide pues en ese rechazo del sistema hacia el negro, y en consecuencia, del negro al sistema, basándose en la inferioridad esencial que la vida y un sistema fundamentado en el poder adquisitivo les impone. Un sistema donde a lo que pueden aspirar es a ser negros ricos (no americanos ricos), porque el sistema necesita que los negros representen la pobreza dentro de su sociedad de la riqueza jerarquizada.
En este sentido dice Debord:

El bienestar nunca estará lo bastante bien para dejar satisfechos a quienes buscan lo que no está en el mercado, lo que el mercado precisamente elimina.

Habría por tanto una distancia tanto económica como psicológica entre las distintas razas que llevaría a los negros en este caso a sentir un desprecio hacia el consumidor blanco que se transforma en desprecio hacia el consumidor pasivo.


Sin embargo, el sistema no dudará en recurrir a la hipocresía más absoluta:

Esa obligación de la mercancía -y, por ende, del espectáculo que informa el mundo de la mercancía- de ser a la vez universal y jerárquica conduce a la jerarquización universal. Pero como esa jerarquización debe permanecer inconfesa, se traduce en valoraciones jerárquicas inconfesables por irracionales, en un mundo de la racionalización sin razón.
[...]
Los negros no tienen nada suyo que asegurar; tienen que destruir todas las formas de seguridad y de seguros privados hasta ahora conocidas. Ellos aparecen como lo
que realmente son: los enemigos irreconcilliables, no ciertamente de la gran mayoría de los americanos, sino del modo de vida alienado de toda la sociedad moderna: el país industrialmente más avanzado no hace sino mostrarnos el camino que se seguirá en todas partes si no se echa abajo el sistema.

4 comentarios:

Tomás Rodríguez dijo...

Me han gustado las sugerentes afirmacione de algunos estudioso, excepto Verstrynge cuya trayectoria política de extremos es dudosa y demasiado exacerbada.

Recaredo Veredas dijo...

¿Y en España? ¿Hasta qué punto puede evitar un conflicto tan grave como el francés el predominio de emigrantes latinoamericanos, con quienes no existen conflictos religiosos ni idiomáticos? Enhorabuena por el blog.

Suetonio dijo...

Bueno tomás, Verstrynge en este caso no sugiere nada, simplemente alude a un dato real y es el estudio que se ha elavorado (desconozco quienes, supongo que el MInisterio del Interior francés) y del que se hace eco Le Monde. En cualquier caso el que Verstrynge se haya pasado de un extremo a otro no es ovice para que no pueda ser a día de hoy un analista político de altura. Te recomiendo cualquiera de sus libros editado en El viejo Topo así como el informe sobre inmigranción que tiene colgado de su blog.
Recaredo: la respuesta podría ser, siguiendo un poco a Debord, hasta ningún punto en la medida en que tampoco había conflicto idiomático ni religioso entre los afroamericanos y los blancos de EEUU en 1965. Quizá se evitará el conflicto en la medida, siguiendo a Debord, que yo no estoy tan seguro, en que el Sistema los absorba y le sean útiles y como tal a quienes lo conforman. Si la sociedad se muestra reacia a creer que la emigarción es necesaria o que el emigrante no aporta lo mismo que en nativo, vendrá la esclusión y con ella el conflicto de la segunda y tercera generación de inmigrantes, que siendo españoles se sentirán "fuera". O eso, o cambiar el sistema o que el sistema se transforme en otra cosa.

Tomás Rodríguez dijo...

No dudo de que Vestrynge sea un analista político muy válido, ya que estuvo y está en la pomada. Sin embargo, con sus movimientos pendulares me refiero a que en ocasiones suenan a ajustes de cuentas, a datos que conoce y que sabe que hiere en el costado derecho, esto es, que se usan no por la importancia que conlleva en el progreso de la izquierda estrictamente.
De todas formas, magnífica entrada, compañero.

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