sábado, 14 de junio de 2008

Días de gracia y arena, de Norman Mailer

Días de gracia y arena
(Caníbales y cristianos, segunda parte)
Norman Mailer.

Ed. Península. 1966. 207 págs.
Trad. Carles Reig.

Hace tiempo intenté leer este libro y lo dejé por la mitad. De esto hará 15 años. Ahora, como no tenía nada que hacer hasta empezar con un librazo como 2666, me dije a mí mismo que por qué no. Aunque Mailer un día me empezó a caer mal, por más que salga en una divertida escena de un capítulo de las Gilmore o en una peli de Godard que me gusta mucho (y debo ser de los pocos...), interpretándose, en ambos casos, a sí mismo de manera correcta y no provocándome rechazo, en realidad no me gusta la pose de Mailer, el personaje Mailer. Otra cosa es su prosa.

Este libro, Días de gracia y arena, es la segunda parte de Caníbales y cristianos. Originalmente el libro es uno, formado por ambos volúmenes pero en España tuvieron a mal dividir en dos con el agravante de titular al primero de ellos con el título global, para mayor confusión. En realidad no creo que haga falta leer ambos, yo no encontré nunca en ningún sitio el primero por separado que editara Península, así que decidí leer este de una vez.

Es una obra miscelánea, con entrevistas, ensayos, poemas y algún cuento.

Así, yendo por partes:

PRIMERA PARTE.

1a. Encuentro con Algren. Algren dice que Styron era el mejor novelista americano. Mailer se sorprende. Es antes de publicar (Styron) La decisión de Sophie. Contada (la entrevista) como un combate de boxeo (tópicos y más tópicos).

1b. Poemas: no me gustan. Pretenden ser divertidos y al tiempo dejar claro que Mailer está por encima de la poesía, o que hace lo que quiere con ella, o que en la mezcla de estilos y formas está el divertimento del autor y por tanto del lector. Lo primero quizá, lo segundo, no.

2a. Entrevista Playboy. Sobre sexo. Interesante. Homófobo y misógino. Está bien criticar la ceguera de los que ven misoginia y homofobia por doquier, pero no es menos cierto que cuando alguien lo es, se puede decir, ni siquiera es que se deba, pero yo lo hago porque me da la gana: Mailer era homófobo, e hizo de su homofobia tema para ser polémico, pero a casi 40 años vista queda como un patético paleto. En algunos casos también está brillante.
Extractos:
PB: (...) G. Legman dice: "Asesinar en un crimen. Describir un asesinato no lo es. El sexo no es crimen. Describirlo sí lo es. ¿Por qué?"
M: (...) leer sobre asesinatos muy a menudo quita el deseo, mientras que leer sobre sexo muy a menudo incrementa el deseo (...)

PB: Ha declarado J. Edgar Hoover: "Conocemos que en un número abrumadoramente grande de casos, el delito sexual está asociado con la pornografía (...)".
M: (...) Ves a chicas enormemente atractivas vendiendo cigarrillos, lo que es una perversión del sexo, porque una chica enormemente atractiva debería ser presentada por lo que es y no como dependienta de una cajita que contiene algo de papel, tabaco y colafana. (...)
El estar medio excitado y medio frustrado es lo que lleva a la violencia (...).
No es por accidente que la mayoría de personas frígidas sean también sádicas.

Sobre la mujerización de Norteamérica:
Creo que la mujerización de Norteamérica tiene lugar no sólo porque las mujeres se estén volviendo más egoístas, más ávidas, menos románticas, menos cálidas, más vigorosas y más repletas de odio..., sino porque también los hombres han colaborado con ellas. Ha tenido lugar un cambio en las cabezas de la mayoría de los hombres por lo que respecta a la función del matrimonio..., no se trata necesariamente de que se estén volviendo más débiles en relación a sus esposas, ocurre más bien que se han casado con mujeres que van a ser para ellos menos buenas en el hogar, pero mejores en el mundo para ellos. El tipo de mujer que no lava ni un plato es generalemente la beldad que va a pasarse de diez a doce horas en la cama y que va a precisar de dos horas para arreglarse; es la que necesita una tata para los críos, pero la que va a ser un éxito extraordinario en una fiesta y la que va a ayudar al marido en su carrera, porque cuando ambos van a la fiesta, todos envidian al afortunado, desean a ella codiciosamente, etc.

Sobre la caballerosidad:
La caballerosidad consiste en abrirle una puerta a una mujer; (...) Cuando consiguen un hombre con profundidad, entonces se sienten miserables por la incapacidad que tiene por preocuparse de los pequeños detalles.

Hombres encargados de la economía:
el tipo de mujer que puede servir como cortesana y/o como ayuda de campo no lava platos.

Sobre natalidad:
Tal vez sea que una mujer obtiene su más profundo conocimiento propio y del mundo con el modo en que concibe. (...) La razón de que pueda o no querer hacer uso de un anticonceptivo está quizás en que en alguna parte dentro de ella siente -de una manera confusa, sin duda- que, usando un anticonceptivo, hay en este acto algo hostil a la continuación de ella, su especie y su familia.

Sobre homosexualidad:
Cuando un hombre no puede encontrar ninguna dignidad en su trabajo, entonces pierde virilidad. La masculinidad no es algo que se te ofrece, algo con lo que naces, sino que es algo que has de ganarte.

Mailer se la ganó a lo largo de su vida y fue un hombre superviril, quizá porque el estaba contento con su curro, en cambio, como todo el mundo sabe Chueca está llenica de obreretes y en las colas de las ETT's siempre hay un charquito de aceite.

2b. Entrevista Paris Review. Sobre literatura. Tópico y simplón. Aburre. Dice que su mayor influencia es Forster, cosa que yo no veo por ningún lado. Pero así es Mailer. También hay comentarios muy interesantes, como el último que cito y con el que estoy de acuerdo.
Extractos:
En efecto, creo que esta adoración por el oficio, este específico respeto por él, hace de la literatura una iglesia para este vasto número de escritores que se encuentran en alguna parte del espectro dibujado entre la mediocridad y el talento.

El método va unido a la visión. No, el oficio se adquiere mejor de escritores buenos y de mediocres con gancho.

PR: Faulkner dijo en cierta ocasión que nada puede lesionar la manera de escribir de una persona, si ésta es un escritor de primer orden.
M: Faulkner dijo más asnadas que ningún otro escritor norteamericano de primera fila. No puedo acordarme ni de un solo comentario interesante que hiciera Faulkner en toda su vida. (...)
PR: Bien, entonces, ¿qué es lo que puede arruinar a un escritor de primer orden?
M: La bebida, la droga, demasiado sexo, demasiado fracaso en la propia vida privada, demasiado desgaste, demasiado reconocimiento, demasiado poco reconocimiento, frustración... Casi todo en el esquema de las cosas actúa para apagar a un talento de primer orden. Pero lo peor probablemente sea la cobardía..., a medida que uno envejece, uno toma consciencia de la propia cobardía, el deseo de ser valiente, que antes había sido un deleite, se hace pesado y torpe con la cautela y el deber.


3a. Cuento 1. Después de hablar de escritura y de método, se pone a hacer ficción. Esto es como: y a continuación una muestra de lo que hago yo. Valiente. El cuento no vale gran cosa. Un tipo sale de la cárcel en libertad condicional y se pone palotísimo con una tía que se sienta a su lado en el bus. Aprovecha para añadir a su misoginia y a su homofobia su gordofobia. Él, Mailer, esa sílfide.

3b. Cuento 2. No es un cuento sino dos cartas reales. En ellas Mailer critica al director de The NY Review of Books por pedirle críticas de libros cuando se rechazan las críticas favorables hacia los suyos o directamente se asigna como crítico a alguien que odia su obra. Me confunde el por qué de llamar "cuento" a esta "narración". Si no fuera porque es Mailer podría pensar que está jugando con una carta apócrifa, pero siendo él y sus cojones, no me queda duda de su autenticidad. Ambas cartas van dirigidas al director de la revista y a otras once personas más, dato que se incluye en el libro y que me parece casi pretencioso. Es como un alarde de brabuconería, aunque, todo sea dicho, no le falte razón al hacerlo. Razones morales, pero ¿razones literarias?. Dice cosas como:

No, de la manera más injusta, tú vas a verte inserto en la historia literaria como el director que no imprimiera una carta entretenida que trataba de él mismo y de este modo daba a la carta una publicidad veinte veces mayor de la natural.

Es decir, que Mailer no cae en la presuntuosidad de pensar que un editor podría llegar (injustamente, claro) a verse inserto en la historia literaria (solo le faltaron las mayúsculas) por publicar una carta en la que él era protagonista, no, con eso Mailer sólo sería presuntuoso, no, lo peor es que el tal director se haga famoso precisamente por NO publicarla. Manda huevos el uncle Norman.

3c. Poemas. Jocosos. Como para desengrasar.

4a. Sobre arquitectura. Vaticina unos USA en 2016 con 400 millones. Básicamente una ciudad a lo Blade Runner:
Lo que le permite a uno pensar en estructuras más complejas, en pirámides de acero que se levantan hasta convertirse en torres. Calcule una torre de media milla de alta y obligada a aguantar una vasta carga. Piense en seis o en ocho de estas torres y en los puentes construidos entre ellas, incluso lo mismo que parras enormes que junten las ramas de un elevado árbol a otro; piense en grupos de apartamentos edificados encima de esos puentes (así como las tiendas de Ponte Vecchio de Florencia) y en apartamentos suspendidos bajo cada puente, y en puentes menores que vayan de un complejo de apartamentos a otros, y en apartamentos suspendidos de cables, apartamentos que guarden una armoniosa tensión entre uno y otro mediante cables entre ellos.
Uno puede empezar a concebir una ciudad, o una parte separada de ella, que es tan alta como ancha (...)

En fin, que si Mailer vive 10 años más y revisita sus escritos de medio siglo antes seguramente hubiera dicho algo así como que tras los atentados del World Trade Center América abandonó esa idea de crecer una milla a lo alto y de esas ciudades más altas que anchas por si acaso... Eso o cualquier otra sandez.

[Inciso: No me gusta la traducción de Carles Reig. Demasiado literal].

SEGUNDA PARTE

1a. Comienza con una parodia del teatro del absurdo que no llega a estar mal del todo. Quizá por lo breve. Después dice, siguiendo con el tema, cosas como ésta:
(...) de ahí que las artes de la mitad del siglo sean las del absurdo y se las vean como categorías y jerarquías de discontinuidad y con el estilo de las rupturas.


1b. Una entrevista apócrifa. Aburrida. Va sobre la Gestalt y tal... Nada que no se haya contado mil veces.
E: Pero no me gusta su agresividad. ¿Por qué no puede dejar que la obra hable por sí misma? ¿Por qué todos estos...?
M: ¿Reclamos publicitarios?
E: Eso es. ¿Por qué tiene que atraerse la atención?
M: Ahora ya estoy harto de eso.

Venga ya, uncle Norman, no me vengas con eso de que ya estas harto porque no te hartaste jamás en tu vida. Prueba de que no te hartaste es que te haces a ti mismo esa pregunta, ¿no?. ¿O es que quizá querías representarnos a todos con ese falso Entrevistador?
M: Por el momento mi ambición es la seducir a todos los lectores que detestan lo que ellos creen que son mis ideas. Son éstos los lectores que quisiera conservar.
E: Me pregunto por qué.
M: Porque es obviamente más excitante capturar a un lector hostil que hacer gracia a uno amistoso.

Eso está muy bien y le honra. Pero conmigo creo que no funcionó, sobre todo porque sus ideas no me interesan, como no me interesan las de Céline, ni las de Benet, ni las de Riefenstahl, Vertov o Griffith. O quizá sí, pero no en la medida que puedan o quieran convencerme de algo, sino de como lo intenten hacer (caso de que sea así).

2a. Otra entrevista apócrifa, continuación de la anterior, muy larga y aburrida, filosofando sobre el comer y el cagar. Algunas ideas interesantes, pero se hace demasiado larga...
Dice:
(...) una obra con dos personajes, un entrevistador y yo mismo, no conozco nada que se le parezca mucho, si exceptuamos quizás el Corydon de Gide, y aún aquí las diferencias son obvias.

Un poco arrogante, ¿no?. Hasta dan ganas al leerlo de que no tenga razón, de que haya cien obras antes que la suya que utilizaran la entrevista apócrifa. (¿Recordáis alguna?).
También plantea alguna idea interesante, como cuando dice:
Ciertos artistas, los que ven asociaciones y conexiones por todas partes, tienden a vivir en un medio psíquico que es más pesado y denso que el de la persona normal. A ellos les es más difícil moverse porque en hacerlo existe para ellos más mentalidad consciente. Joyce es el primer ejemplo. Y terminó ciego.

Pero al desarrollarla se le va un poco la pinza:
Uno se vuelve ciego no por ver demasiado poco, sino por las sobrecargadas posibilidades de ver demasiado.

También dice unas cuantas chorradas (aunque para él las chorradas las decía Faulkner) a propósito de las almas...
E: ¿El alimento fresco posee un alma?
M: Generalmente, sí.
E: Pero la comida enlatada. ¿Qué hay de ella?
M: Que posee menos alma.
E: Está muerta.
M: No del todo. Digamos por ahora que se encuentra en una especie de limbo. Lo que caracteriza al alimento, especularía yo, es que el alma trata de quedarse pegada a él tanto tiempo como le sea posible.
[...]
Si yo creyera que un ternero tiene una única posibilidad de vivir, no más, en buena conciencia no podría comerlo. Podría de todos modos, pero la lógica diría que yo tendría que ser vegetariano.
E: En tanto que ahora, el alma del ternero pasa adentro de usted se convierte en parte de su ser.
[...]
M: Lo que congela al homosexual en su homosexualidad no es tanto el miedo a las mujeres como el miedo al mundo masculino con el que tiene que guerrear si desea conservar a la mujer.

En fin, cosas así... Idioteces ingeniosas por aquí, soplapolleces reaccionarias por allá, intelectualismo filosófico de la época clásica (griegos mal digeridos, etc.), sopor...

2b. Más poemas y pelos cortos (así los llama). Unos poemas sobre alimentos y sobre la poesía misma.

3. Más de 50 páginas , es decir, la cuarta parte de la obra, para una nueva entrevista apócrifa acerca de la forma, el alma y el espíritu, donde tanto el entrevistador como Mailer se decidan a ir cada vez un poco más allá en sus teorías... Lo cierto es que no pasa de ser una tautología a veces entretenida y a veces muy coñazo. Y es que, con unos pocos párrafos podría haber resumido estas 50 páginas llenas de clichés del dualismo filosófico.
M: Forma siempre significa el contorno de algo.

Pero supongo que por lo mismo Mailer no hace un ensayo al uso, sino que lo hace en forma de entrevista apócrifa, que es otra forma de llamar al diálogo, más moderna.
M: (...) Cuando un alma es una parte esencial de un ser, nace con el cuerpo y crece con él, tal vez hasta se encuentra presente en la concepción de este cuerpo. Pero aquí hablo más bien del alma que se encuentra proscrita después de la muerte del cuerpo. La nueva forma de la que se apropia le sirve como de cáscara..., casi hasta podemos enfocar aquí al cangrejo ermitaño y la concha vacía del caracol. (...) Para protegerse, escoje una morada.
[...]
Forma es la crónica de cada intento que el alma hace por expresarse con respecto a otra alma o espítitu, su deseo por revelar el contorno..., que es como decir el misterio del tiempo que en sí misma contiene.


4. Dos breves comentarios sobre dos cuentos de Buber, en los que Mailer interpreta el signifcado de los milagros.

5. Ficción prófetica, lo llama Mailer. Una especie de esbozo o de borrador para un relato o un guión cinematográfico. Es curioso lo del borrador como género literario. Uno llega a pensar que el autor (Mailer en este caso, pero quien quiera que sea) no ha sido capaz de desarrollar bien el argumento y en vez de lo que haría un escritor, digamos "profesional", es decir, tirarlo, lo decide publicar tal cual. En otras ocasiones se han publicado esbozos o borradores postumamente, con intenciones y resultados diversos. Eso es más lógico, si bien el borrador como género, o como estética de un género o como subgénero no siempre debe ser algo menor. Siempre y cuando, creo yo, se sepa introducir. Si nos paramos a pensar, en muchas obras maestras se introducen relatos intercalando el texto y que no tienen la redondez de una narración, por ejemplo un personaje que en medio de una conversación expone una idea acerca de una obra que trata de llevar a cabo, o simplemente cuando trata de narrar unos hechos de manera rápida y fragmentada. ¿Cuándo falla, pues? A mi juicio, por ejemplo, cuando se explicita por parte del autor (no del narrador) que es un borrador. Y si no falla, sí creo que cojea.
En cuanto al texto, se trata de un relato distópico, que tiene cierto interés por lo que trata de evidenciar hacerca de la naturaleza humana. Nos muestra un futuro en que la vida en la tierra tiene caducidad, donde los humanos han hecho que el planeta sea inhabitable en unos años y en los que tanto rusos como americanos buscan una solución. En un mundo en el que:
El mundo, pasados de veinte a cuarenta años -digamos treinta y seis- ha llegado a un punto en que, sin guerra atómica, sin ni siquiera una dura o furiosa guerra a tiros, ha dado lugar, no obstante, a una tremenda condición.
(...)
Los historiadores, escribiendo tristemente sobre el fin de la historia

Si contamos 36 años a partir de 1962 en que escribe, es decir, en 1998, poco se equivoca Mailer en lo que hemos vivido, incluído (aunque sacado de contexto, pero tiene su gracia) la premonición de Fukuyama.
Quizá sea este cuento, donde el planteamiento moral sea lo principal (la complicada decisión del presidente de los USA de comunicar la verdad al mundo, de salvar una parte de la raza, de salvarse él mismo, de dejarse convencer por algún miembro de su administración, por su homólogo ruso o por su conciencia), lo más interesante del libro, un libro irregular y que en ocasiones irrita y en otras, las menos, entretiene.

lunes, 2 de junio de 2008

El legado de Humboldt, de Saul Bellow


El legado de Humboldt
Saul Bellow

Ed. Plaza & Janés.
Trad. Monserrat Solanas.
1976. 572 págs.

Saul Bellow nos cuenta la historia de Charlie Citrinie, escritor de éxito que, curiosamente ha ganado el Pulitzer (creo que dos veces), y curiosamente el propio Bellow lo gana con ésta novela en 1976. Este tipo de cosas me divierten, quizá llegó la hora de verlas como una coincidencia curiosa a reseñar y no darle vueltas como lo hice con el protagonista de Así se templó el acero, donde a su vez aludí al Sensini de Bolaño. El propio destino de la obra que leemos está aludido en la propia obra. Cuando el azar hace que la metaficción anticipe lo real es divertido, pero no creo que deba pasar de anecdótico, o que lo necesite.

Otra anécdota: si ya en la reseña anterior de Bellow a su obra Herzog, y aludiendo a un comentario que hizo en su blog Alvy Singer, emparentaba dicha obra con Deconstructing Harry, lo que aproveché para hablar del mundo judeoamericano y la cercanía de Bellow a Allen más que a Fellini o Bergman, en esta ocasión encontré una similitud lejana entre cierto personaje y cierta trama no desarrollada, por desgracia, quizá, en El legado de Humboldt, con Balas sobre Broadway: un personaje del mundo del hampa cuya mujer está haciendo una tesis doctoral sobre Humboldt requiere de los servicios de Citrine al precio que sea, extorsionándole. Quizá el parentesco sea lejano, pero por lo mismo y dado que Bellow decide no continuar con esa trama -sí con el personaje del hampón, que saldrá hasta el final-, uno se imagina a dónde hubiera podido llegar. incluso, por qué no, se puede uno imaginar, el rostro de Cantabile interpretado por Chazz Palminteri. Y ya terminando con el binomio Bellow-Allen, y con las anécdotas, es interesante recordar que en otra de sus obras en las que el neoyorquino esta vez se inspira en Welles para crear un falso documental, estoy hablando de Zelig, el propio Bellow se interpretaba a sí mismo.

La novela es buena, está narrada con fluidez y es en cierto modo mucho más totalizadora que Herzog, es decir, invoca a un universo más amplio, habla de muchas más cosas y expone ideas tremendamente interesantes, como también aquella. Son dos novelas primas hermanas, aunque Herzog, particularmente, me gustó más.

En ambas novelas el personaje se halla en una encrucijada, en un momento clave de su vida en el que debe tomar decisiones y para lo cual reconstruye su vida, y para lo cual, y de paso, Bellow deconstruye a los personajes. El pasado se entrelaza en la narración con el presente y se va formando un todo que dará el sentido a cuanto acontece. Y en tal sentido uno se da cuenta de que ambos personajes se parecen asombrosamente entre sí y quizá al propio autor. Las mujeres de nuevo son quienes por un lado dan cierto sentido vital al personaje, a los personajes, y al tiempo quienes interrumpen de forma indiscriminada la acción para acercarnos a la vida real, anodina y cruel casi siempre, gozosa otras. Las mujeres y Bellow... las mujeres y Allen, y La Muerte. Eros y Tánatos (y Civilización), el judaísmo y el psicoanálisis...

Así describe Bellow a Citrine y sus ocupaciones. En un pequeño párrafo se puede decir que nos resume toda la obra en lo referente a su personaje principal:

(...) en aquellos momentos estaba ocupado, fiera, penosamente ocupado, personal e impersonalmente ocupado: personalmente con Renata y Denise, y Murray el contable, y los abogados y el juez y una infinidad de vejaciones emocionales; impersonalmente, participando en la vida de mi país y de la civilización occidental y sociedad global (una mezcla de realidad y de ficción). (pág. 131)
Y así es Humboldt, el personaje omnipresente y cuyo legado llena de misterio buena parte de la obra:

Muy bien, Humboldt, conseguiste tu puesto en la cultura americana, al igual que Hart Schaffner y Marx lo consiguieron en capas y trajes, como el general Sarnoff lo logró en comunicaciones, como Bernard Baruch lo consiguió en un banco del parque. Como, según el doctor Johnson, los perros lo consiguieron sobre sus patas traseras y las señoras en el púlpito, excediendo curiosamente sus límites naturales. Orfeo, hijo de Greenhorn, surgió en el Greenwich Village con sus baladas. Amaba la literatura, la conversación intelectual y la dialéctica, amaba la historia del pensamiento. Muchacho fuerte, gentil y agraciado, creó su propia combinación del simbolismo y lenguaje callejero. En esta mezcla entraban Yeats, Apollinaire, Lenin, Freud, Morris R. Cohen, Gertrude Stein, las estadísticas de béisbol y las murmuraciones de Hollywood. Trajo Coney Island al Egeo y unió Buffalo Bill con Rasputín. Iba a unir el sacramento del arte y los Estados Unidos industriales como poderes iguales.
La obra mantiene varios enfoques: el protagonista es Citrine y el referente durante toda la obra es Humboldt, que unas veces se hace presente de manera clara y total, y otras desaparece para dejar el completo protagonismo a Citrine y sus miserias con las mujeres (ex y amante). Entre tanto, multitud de personajes secundarios, todos ellos trazados con auténtica maestría, diferenciados claramente por razón de sexo. En esta obra las mujeres juegan un papel fundamental y casi se muestran como pertenecientes a otro mundo paralelo. No solo las mujeres de Citrine, sino también las mujeres de Humboldt. De entre todas ellas destaca Renata, que junto con su madre nos ofrecen los pasajes de la novela más reveladores de la devilidad de Citrine, debilidad que en ocasiones llega a irritar por cuanto el lector no puede por menos que sentir que Citrine es un títere, un pelele y una nenaza que no reacciona ante nada. Sin embargo todo esto tiene un fin: es necesario mostrarnos el completo desamparo que Citrine tiene para entender mejor la relevancia que tendrá, precisamente, el legado de Humboldt en su vida.

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