miércoles, 19 de septiembre de 2007

Sobre blogs de lecturas.

Leo más novela que ensayo. Concretamente leo más narrativa, porque a parte de novelas también leo libros de cuentos y, con menos frecuencia, memorias o biografías. Leo mucho menos poesía. La poesía me crea cierta ansiedad en el sentido de que me deja la sensación de que la leo mal, de que la leo a medias y de que necesitaría volver a leer varias veces, casi a estudiar, cada libro que acabo. Una sensación de aplazamiento. Por eso quizá la poesía que más me guste sea la de Machado, o la de Pessoa o incluso la de Bob Dylan, pero me frustra un tanto leer a Celan, e. e. cummings o Dylan Thomas, por ejemplo. Sin embargo no me gustan algunos poemas de Bukowski (aunque Lo más importante es saber atravesar el fuego me parece muy bueno) o de Carver, me decepcionaron algunos de Bolaño al que tanto admiro como narrador y mi poeta favorito es Leopoldo María Panero. O sea, que no se trata de un tema de prosaísmo en la poesía, ni mucho menos.


En cuanto al teatro, me gusta más leerlo que verlo, por eso algunas obras no me atraen, porque son demasiado para escena, por ejemplo, recuerdo que no me gustó Días felices de Beckett, aunque me gusta todo el resto de su obra traducida al castellano, como Fin de partida, Esperando a Godot, Eleutheria... Pasa lo mismo con Bretch, sus obras me gustan y su concepto del teatro también, pero si hay canciones de por medio me siento limitado a la hora de leerlo, porque pienso que leo algo que no está escrito para leer sino para ver/escuchar, o cuando le da por sacar cartelones a escena, como en La Madre, uno lo puede imaginar pero no seá lo mismo, a parte de que imaginar un teatro con unos actores que interpretan es para mi algo que no soporto, prefiero leer el teatro e imaginarme una realidad, sea cual sea, fuera de una platea.

Por otro lado, el ensayo me apasiona, pero me agota más y por eso siento la necesidad de no leerlo tan de contínuo, quizá sea solo un hábito de lo más absurdo, porque, pensándolo fríamente, uno puede leerse los ensayos que quiera de forma continuada, tal vez solo sobrecargan la red neuronal los ensayos filosólicos, pero el resto son casi como leer un periódico.

Leo y leo. Y cuanto más leo más tengo la sensación de que dispongo de poco tiempo para leer. Este año, fácilmente llegaré a sobrepasar los 100 libros leídos, y sin embargo siento que veo demasiado la tele, tardo demasiado en leer el periódico, duermo demasiado poco pero paso demasiadas horas en la cama, paso demasiado tiempo en los bares, o haciendo la compra, o hablando, o simplemente estando con mi pareja... (¿paso demasado tiempo viviendo?).

Pero esto que estoy escribiendo no es una reflexión sobre lo que hago, lo que leo o mis gustos, sino una reflexión sobre la necesidad de reseñar mis lecturas aquí.
Llevo ya un tiempo sin poner una entrada. Y no se trata de ver que quizá pocos lean ésto, que a mí me importa poco a decir verdad, sino de observar que de los libros que leí hace más de un año apenas podría recordar cuatro cosas y a veces ni eso, quizá incluso no recuerde siquiera cuánto me gustaron, quizá solo recuerde que me gustaron muchísimo y me marcaron o que fueron detestables y me
costaron un esfuerzo tremendo terminarlos, pero de la gran mayoría, es decir, de todos los demás que se inscribirían fuera de esas dos categorías, no recuerdo apenas nada, y que por eso sería necesario y bueno llevar un recuento y por qué no, compartirlo.

Otra reflexión me lleva al hecho de saber cómo se hace un comentario a un libro. Hay muchísimas posibilidades, y ejemplos existen tanto en las revistas y suplementos literarios, libros de crítica, como en la propia blogosfera. Pongamos un ejemplo reciente, el último suplemente de Babelia, y veamos dos ejemplos de cómo hacer un comentario o una crítica a una obra narrativa. La crítica a la última obra de DeLillo es canónica y académica, pero es la clase de crítica que solo debería interesar, y a veces ni tan siquiera, a quien ya haya leído el libro. Está basada en contar el argumento de la obra, extraer algunos fragmentos representativos y exponer un juicio final en dos o tres líneas. También se puede poner un preludio aludiendo al autor, a sus obras anteriores o a datos de su biografía. En definitiva, una crítica que cualquiera podría hacer, que sería la que haría un alumno de Bachillerato, y que, como ya dije, a mí particularmente solo me interesaría si tuviera a dicho crítico como una autoridad y quisiera contrastar su juicio con el mío. En el resto de los casos, es decir, tanto si me importa un bledo o no conozco al crítico, como si no he leído la obra, suelo pasar por este tipo de artículos leyendo únicamente el titular y el final.
La otra manera de hacer una crítica sería sin contar nada o lo extrictamente necesario del argumento. En éste sentido puede servir de ejemplo, y siguiendo el mismo número de Babelia, la crítica a la última obra de Claudio Magris. Ésta es la clase de crítica que a mí siempre me interesa y leo completamente, independientemente de que coincida en su valoración con el autor de la misma, o de que haya o no leído la obra. Es, además, y contrariamente a lo que podría parecer, la única reseña que puede hacerme tomar la decisión de leer una obra que no tuviera decidido ya leer, incluso que tuviera decidido no leer.

En los blogs, gran parte de los autores de reseñas de sus lecturas recurren a la primera opción. Una gran parte recurre directamente al mero inventario de lecturas, siempre con las herramientas que los blogs ponen a nuestra disposición, como copiar y pegar la reseña de la sobrecuvierta tomada de la página de la editorial, tomar una imagen del autor, o de la portada, o poner unas estrellitas valorando el placer que suscitó dicha lectura.
A mi ese tipo de blog no me interesa nada. Me interesaría hacer un blog donde reseñara mis lecturas haciendo un juicio a la obra, y no hablando de su contenido y su argumento. Salvo en el ensayo. Creo que la critica al ensayo puede hacerse, y a veces es la mejor forma, desentrañando su contenido y extrayendo citas, es decir, a la manera de la fórmula clásica que hice mención refiriendome a la crítica a la novela de DeLillo, si bien en este caso se puede enjuiciar de manera más exhausitiva que una novela.

En este blog he reseñano novelas y ensayos, pero no estoy satisfecho con las reseñas de las novelas. No sé juzgar una novela y no sé hacer una crítica a una novela. Como tampoco sé hacerlo de una película. De hecho creo que me es más fácil hacerlo de una mala novela, o de una mala película. También eso forma parte de la grandeza de una novela: que nos guste y no sepamos porqué, y tengamos entonces que recurrir a lugares comunes: sobre su trama, sus personajes, su estructura, su final o su estilo...

A veces las mejores críticas vienen de escritores que son grandes lectores. En muchos de esos casos éstas se fundamentan en el acervo del crítico, en su posibilidad de enfrentar la obra con el resto de la producción del propio autor, o con las de la misma temática, época, género...

Pero para ésto hay que seguir leyendo años y años.

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